Empresas de economía colaborativa

Tomar prestado el coche del vecino, intercambiar servicios entre profesionales, reciclar objetos que ya no se necesitan... Los nuevos modelos de negocio basados en la idea de compartir son cada vez más populares. Ya no basta con consumir, los clientes necesitan saber que sus acciones son sostenibles y que ello conduce también a un nuevo sentido de comunidad. Como se ha explicado en otros artículos, la crisis económica y el auge de las redes sociales han creado un nuevo tipo de economía de consumo colaborativo que, a pesar de su éxito, aún no está regulada de forma concreta.
Empresas basadas en el consumo comunitario

Hay tantas empresas en el mundo de la cooperación que sería imposible enumerarlas todas. No obstante, hemos basado nuestra selección en los sectores más comunes.
De segunda mano
- Wallapop es sin duda el rey de la segunda mano en nuestro país: Wallapop pone en contacto a personas que quieren vender bienes de segunda mano que ya no usan con consumidores de su zona. Descargada 10 millones de veces, según El Economista, la aplicación fue elegida la mejor start-up del año en España. Fue elegida la mejor start-up del año en España.
- Tienda online de ropa de segunda mano para bebés, niños y mujeres. Como explican Lourdes y Daniel (fundadores y padres de gemelos) en la página web, Percencil nació de una necesidad. La ropa de sus hijas se quedaba rápidamente anticuada y casi siempre podían encontrar ropa nueva. Así que decidieron montar un negocio de control de calidad de ropa de segunda mano, muy popular en Estados Unidos, Alemania y otros países.
La economía colaborativa se encuentra ahora en un momento crítico. Su futuro pasa por definir lo que es y lo que no es, y por recuperar el carácter social y responsable que prometió en sus inicios.
"¿Cuántos de ustedes tienen un taladro en casa? En su vida utilizan un taladro durante 12-13 minutos como máximo. Eso es ridículo, ¿no? Porque lo que realmente necesitas es un agujero, no un taladro. ¿No sería mejor pedir prestado el taladro a otra persona o, mejor aún, pedirlo prestado nosotros mismos cuando no lo necesitemos y ganar dinero con ello?". Y.
Este es uno de los ejemplos del liderazgo de pensamiento del "consumo colaborativo" desarrollado por Rachel Bostman en su libro de 2010 What's Mine is Yours. Desde entonces, este fenómeno perturbador y complejo no ha dejado de crecer. Cada día se apodera de más industrias y consumidores. En Estados Unidos, el 51% de los consumidores lo utiliza; en Europa, el 52% lo conoce y el 17% lo utiliza regularmente. La Comisión Europea calcula que el volumen de negocio de este sector, estimado en 20.000 millones, podría alcanzar los 100.000 millones de dólares. El Parlamento Europeo, en su informe "The Cost of Non-Europe in the Sharing Economy", calcula que la economía colaborativa representa entre el 46% y el 50% del gasto en consumo de los hogares y podría aportar 114.000 millones de euros a la economía.
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Airbnb y Uber son muy conocidos. Y son los que han recibido más críticas dentro y fuera del sector. Se les acusa de vivir al margen de las normas y en una economía sumergida. Están prohibidos o restringidos en varias ciudades y tienen varios frentes abiertos. Por ejemplo, Uber ha perdido su primera batalla legal europea contra los taxistas españoles y podría verse obligada a exigir licencias de taxi a los conductores en España.
La controversia en torno a la economía colaborativa comienza con su nombre. Algunos la denominan "economía colaborativa" para enfatizar el concepto de "compartir" bienes no utilizados. Además, siguen sin estar claras las razones del impacto de algunas iniciativas en el mercado laboral, la riqueza que crean o destruyen -algunos economistas definen ambas cosas-, la (no) protección de los consumidores y los problemas medioambientales que declaran. Sin embargo, la economía colaborativa no se limita a Airbnb y Uber.
Fuera de este ámbito pueden desarrollarse ideas innovadoras. Los proyectos que se centran en compartir, o proyectos como Wikipedia, no son necesariamente "con ánimo de lucro". Creo que estos modelos, ligados a la filosofía de la economía circular (producción con ánimo de reutilización), son más prometedores que la sustitución de un mercado por otro, como Uber, o que los empleados a tiempo completo se conviertan en autónomos", afirma Alejandro Lloyd, profesor de Dirección de Empresas del IESE.
"Algunos predicen un fuerte crecimiento y elevados beneficios para el sector. Otros cuestionan la tendencia a largo plazo y predicen una lenta recesión. En este momento, nadie sabe cómo evolucionará este modelo ni qué deparará el futuro", y un informe del Parlamento Europeo reclama una "regulación equilibrada entre la necesaria protección y la libertad creativa". En Europa se busca una visión unificada, aunque cada país establece sus propias normas. Los competidores exigen poder competir en igualdad de condiciones. En algunas industrias, como la del automóvil, las empresas también adquieren posiciones comerciales comunes mediante adquisiciones, desarrollos propios y contratos.
La propia industria lo refleja: Albert Cañigueral, fundador de ConsumoColaborativo.com y enlace de OuiShare en España y Latinoamérica, afirma: "No está del todo claro que estemos consiguiendo beneficios medioambientales, por lo que conviene hacer una autocrítica constructiva. y en algunos casos se ha perdido esa expectativa social que es necesario recuperar". Y aunque sostiene que este fenómeno "representa un cambio en el modelo productivo y, por tanto, es probable que afecte a más sectores", también reconoce que estamos viviendo "un momento crítico en la evolución de la economía colaborativa hacia su mejor versión".
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En un documento sobre el sector publicado en Insight, el IESE analiza tres aspectos clave del modelo de negocio -acceso al mercado, asignación de recursos y gobernanza- y destaca algunas ideas interesantes para el futuro del sector. Entre los riesgos ya mencionados se encuentran la "precariedad laboral por la oferta no regulada" en modelos que suponen la sustitución de empleados fijos por temporales, y el riesgo de crear "monopolios con mayor poder por su conocimiento de la demanda gracias al uso del Big Data". Por ello, el IESE cuestiona la sostenibilidad a largo plazo de los modelos basados en la división del trabajo y recomienda a los empresarios que busquen modelos en los que se compartan los activos físicos y se creen nuevos mercados. Cuanto mayor sea el mercado, mayor será el impacto económico, ya que se estimula la actividad y la riqueza se distribuye entre más participantes" y aconseja a los legisladores "redefinir el terreno de juego, teniendo en cuenta los intereses de todos" sin dejar de aprovechar "el valor potencial del fenómeno compartido".
¿Comprar o alquilar?

El aspecto más innovador del movimiento colaborativo es la separación de los derechos de propiedad y acceso y la enorme capacidad de la plataforma.
El trueque y el alquiler siempre han existido, pero no en la medida que permiten las actuales economías de conectividad y red. El sector del automóvil es un buen ejemplo de ello.
Se calcula que sólo el 4% de los vehículos se utiliza durante su vida útil, mientras que el 96% restante permanece inutilizado. El Parlamento Europeo calcula que si se utilizara el 100% de los coches, solo en la UE-28 habría un excedente de 200 millones de automóviles: según el Informe Global de Automoción 2017 de KPMG, el 59% de los ejecutivos y la mitad de los conductores actuales tendrán coche en 2025. Francisco Roger, socio responsable del sector de automoción de KPMG (España), afirma: "Los coches pierden más del 10% de su valor el día de la compra y pasan la mayor parte del tiempo en aparcamientos, por lo que si se tiene en cuenta el coste. Cualquiera puede ver fácilmente que tener un coche es una decisión antieconómica".
Esto ha llevado a empresas del sector, fabricantes de automóviles y aseguradoras a posicionarse: Avis adquiere ZipCar -Avancar-, RACC se une a SocialCar, Alsa se asocia con Respiro, General Motors se asocia con Lyft, Daimler apoya Car2Go, etc.
"Para satisfacer las necesidades de movilidad de los ciudadanos, las organizaciones buscan nuevos modelos de negocio basados en la economía colaborativa para que la movilidad sea más rápida, fácil y accesible.
Coches compartidos (Avancar, Bluemove, ClickCar, etc.), alquiler de coches asociados (Zipcar, Car2Go, Mint, WeCar, etc.), servicios de movilidad a la carta (Uber, Lyft), alquiler de vehículos especializados (ultracompactos, 7 plazas, berlinas, etc.) Bicicletas compartidas (por ejemplo, Barcelona Bicing, Madrid BiciMad).
Roger añade: "El potencial de crecimiento es enorme dado el aumento de las zonas urbanas densamente pobladas, la continua restricción del transporte por carretera y el endurecimiento de la normativa medioambiental para un desarrollo más sostenible.
Economía de plataforma
En lugar del acceso a la propiedad de los bienes, el acceso a su uso se posibilita mediante plataformas que vinculan la oferta y la demanda y "crean una expansión exponencial del mercado". Es lo que se llama una red de dos caras o una economía de red, que es más dinámica", explica el profesor Lago. A diferencia del modelo de producto, en el que una empresa vende un producto a muchos consumidores y gana por cada venta, en el modelo de plataforma hay muchas personas en cada lado, y el valor se crea en la interacción de los participantes, también llamados prosumidores, desde la doble posición de productor y consumidor.
La digitalización facilita la transformación de los servicios en plataformas de colaboración. Por ejemplo, Amazon, con 2 millones de vendedores, y Airbnb, con 2,3 millones de habitaciones, han hecho posible cualquier experiencia. La colaboración está teniendo lugar entre empresas del mismo sector, entre clientes y proveedores, e incluso entre mercados aparentemente no relacionados", afirma Jaume Crote, socio responsable de servicios digitales de KPMG en España.
DESCRIPCIÓN: Las plataformas no se limitan a la economía colaborativa -Facebook, Amazon, eBay y Netfl Apple Store también adoptan esta forma-, pero son distintivas de la economía colaborativa. Se refuerza con el uso de activos reutilizables y no utilizados.
La eficacia de la plataforma es ahora evidente. Todo lo que pueda ser una plataforma lo será. Porque desde el punto de vista empresarial, los beneficios económicos son claramente superiores al modelo capitalista tradicional", afirma Kaniguelal. ¿Cómo de superior? El libro The Network Imperative, publicado por la Harvard Business Review, ofrece una respuesta a esta pregunta. Según los autores, las plataformas ("orquestadores de redes") cotizan a múltiplos de tres o cuatro veces, y sus beneficios, ingresos y márgenes crecen más rápido que los demás.
En su informe @Pentagrowth, Javier Creus, fundador de Ideas for Change, identifica cinco claves de este crecimiento exponencial y llega a conclusiones similares. Uno, amplia conectividad. Dos, facilidad para reunir nuevos productos y servicios; tres, capacitación de los usuarios; cuatro, colaboración con una serie de socios; cinco, capacidad para compartir y transmitir información. Y quinto, compartir. Algunas plataformas dependen en gran medida de determinados pilares.
La competencia ya no es entre empresas, sino entre ecosistemas, entre plataformas. El problema es que muy pocas empresas tienen la capacidad de convertirse en el corazón de una plataforma. Kreus afirma: "Tienes que pensar en qué plataforma puedes ser un nodo de la red. Hay que empezar por dar", subraya.
Por ello, defiende una función social, que entiende como "bien común" y que denomina "lógica de la cooperación". El paso de un modelo de producto a un modelo de plataforma no es fácil. Tiene que aportar mucho valor añadido a los consumidores.
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