Falta de respeto del jefe
Sin embargo, todo el mundo debería tener claro que no es así. En otras palabras, la obligación legal de respetar y mantener la dignidad es la misma en uno u otro sentido y, por supuesto, la libertad de expresión dentro de una empresa no está restringida. Por supuesto, esto no significa que la empresa no tenga derecho a imponer disciplina en las relaciones laborales. Sin embargo, no significa lo mismo y no implica la existencia de un carácter "superior" de la relación laboral, como lo entienden muchos trabajadores, directivos y empresarios.
La única diferencia en la prioridad de la relación entre la empresa y los trabajadores es que la empresa tiene el poder de organización. Puede que en algunos casos sea una suposición fuerte, pero no es de extrañar, ya que se supone que la empresa paga el dinero y dispone de los medios de producción. Como consecuencia del poder organizativo, la empresa "tiene también lo que se conoce como poder disciplinario y puede adoptar decisiones sancionadoras con efectos inmediatos sin necesidad de acudir a un tribunal para su imposición y validez" (STC 21/12/95). En otras palabras: Ni siquiera estamos hablando de poderes disciplinarios sustantivos como en el ejército. Sólo hablamos de "supuestos" o mal llamados poderes disciplinarios, que sirven a la empresa para atacar primero con despidos o sanciones. Pero, en cualquier caso, la empresa no puede impedir que el trabajador impugne la sanción o el despido en el plazo de 20 días hábiles, y ante los tribunales la empresa debe demostrar que la sanción o el despido están justificados y no al revés.
Sin embargo, en ninguna parte dice que los trabajadores deban a los directivos o empresarios más respeto o mejor trato, o que "no puedan responder" o "decir lo que está mal, lo que debería hacerse o lo que piensan sobre la empresa o su forma de trabajar". Por lo tanto, las sanciones o los despidos pueden cuestionarse precisamente cuando no se tiene en cuenta la intención o el comportamiento mutuo, por ejemplo, cuando se sanciona a un trabajador y no se sanciona a otro por el mismo asunto, o cuando no hay mala intención en las críticas o sugerencias, incluidas las evaluaciones o los juicios de valor. Está claro que un directivo de nivel 7, Juan, no necesita el permiso del empleado para hablar con el jefe de nivel 3, Pedro, de cualquier cosa, incluido el propio directivo Juan. En otras palabras, estas cosas no justifican sanciones ni despidos y pueden resolverse extrajudicialmente, le guste o no a la empresa o al directivo. En resumen, el mal llamado poder disciplinario está al servicio de la empresa, que puede tener la primera palabra, por así decirlo, pero no la última. Porque no es él quien sanciona o despide, sino la empresa.
A la inversa, ¿el presidente o el propietario de una multinacional te llamarían cartero? Quieren que les digas que ayer cometiste un error en el trabajo, si es el caso. ¿Que le insultan o le faltan al respeto? Nadie te impide tratarlos de la misma manera. ¿No se dirigen a usted? Si quieres decirles qué le pasa a su jefe o qué podrían hacer mejor en el trabajo... Pues díselo. Ninguno de ellos constituye un delito y no son motivo de despido disciplinario.
Por último, presentamos un caso de la antología que es conocido por Laboro y que fue directamente reseñado por él. Un supervisor estaba disgustado porque no le gustaba cómo le saludaban cuando llegaba al trabajo. Me dirigí a él para amonestarle sólo por este motivo, diciéndole que era su deber saludar correctamente a sus superiores. La respuesta del trabajador, que obviamente era mucho más educado que el directivo, fue meterle en un saco de azúcar y decirle: "¿Qué superioridad? ¿Superioridad racial?
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1. tu tiempo no significa nada para él. Un supervisor que no respete tu horario laboral debería reconsiderar sus procedimientos. El "le enviaré el archivo más tarde" que nunca llega desespera incluso a la persona más paciente.
2. Se olvida de su cita. ¿Qué, me debes una semana de vacaciones?", "Se suponía que me lo ibas a decir más tarde. No aguantes esto, sé que va a ir a peor".
3. ignorar tus necesidades. De este modo no tendrá en cuenta su punto de vista u opinión sobre su trabajo. ¿Cómo te ha ido el mes?" puede ser más útil de lo que crees.
4. los supervisores no explican el "por qué" de su trabajo. Esto ocurre cuando los trabajadores no saben lo que hacen cuando se sientan en sus sillas.
Quizás te interesa:Mi jefe me grita5. Piensa que cualquiera puede hacer tu trabajo. Se equivoca y deberías decírselo. Si piensa así, dile que su puesto también puede ser sustituido por otro.
6. No pidas consejo sobre problemas que son responsabilidad tuya. Si piden otra opinión cuando tú puedes ofrecerles una solución, es porque temen sentirse inferiores ante ti.
7. Roban tus ideas sin tu permiso. Esta práctica, utilizada por muchos directivos sin escrúpulos, sólo demuestra que no están cualificados para confiarle personas.
8. no piensan en cómo les afectará algo a ellos mismos. La empatía no es una de sus virtudes y no les importa cómo te sientas.
9. No reconocen tu contribución a la empresa. Si no sabes cómo agradecerles un trabajo bien hecho, demuéstrales que valen más de lo que creen y deja que hagan el trabajo "infravalorado".
10. Tu jefe interfiere en tu vida personal sin consideración. No puede acudir a una reunión o a citas familiares el día antes de Navidad porque tiene compromisos de última hora. Es la máxima falta de respeto de tu jefe hacia ti.
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